“En aquellos tiempos siempre era fiesta. Bastaba salir de casa y atravesar la calle para volvernos locas, y todo era tan bonito, especialmente de noche, cuando al volver, muertas de cansancio, esperábamos que aún sucediese algo”
Cesare Pavese, 1949, El Bello Verano
Intro. La noche se abre para quien sabe esperar
Cierran la puerta de casa con cuidado de no hacer ruido. Han dicho adiós a la gata y discuten sobre si darle una o dos vueltas a la cerradura. "Tía, si das solo una vuelta es más cotidiano, como de que hay alguien en casa". Viven en lo más alto del edificio, por encima de dos pisos y un entresuelo. Los bloques de edificios son un organismo vivo y Fanny y Nena han aprendido a acostumbrarse a los ritmos de lxs que habitan en el suyo. El señor mayor del primero siempre baja temprano y deja su bastón en el portal para subir después, la madre acompaña a su hija al parque y su padre va en bici a trabajar, la chica del segundo ha tenido un bebé y está más ocupada… Si escuchas con atención, cuando llega el fin de semana, podrás oír mucho movimiento en la casa más alta del edificio. Desde un tercero sin ascensor suenan pasos, cenas rápidas y fotos con flash. Se escuchan "vamos tía que ya vamos tarde", "voy tan fea que podría quedarme en casa" o "¿qué género dirías que tengo con esto?", atropelladas entre música de Ozuna, bebidas mezclándose, whatsapps de "tíassss, cómo vais" y fregaderos que se llenan para limpiar al día siguiente.
Llegan tarde otra vez, son ya pasadas las 00:00. Quizás el resto de vecinxs se imaginen que si salen a la puerta se encontrarían con dos chicas transformadas en criaturas que no están acostumbradxs a ver: iluminadas por la luz naranja del portal, con la cara más brillante y algo más altas, en chándal o en vestido, pero dispuestas a compartir unas palabras de cordialidad con alguien cuyo nombre casi no recuerdan. Las chicas no lo saben, pero este portal las ha visto entrar, las ha visto salir, las ha escuchado vestirse y volver, a veces enteras, a veces a la mitad, a veces medio dormidas antes de llegar o con la puerta entreabierta invitando a entrar.
Las noches que el piso se queda solo se pueden deber a varios motivos, pero está noche, dejando atrás el ruido del portal, alguna luz de casa encendida y la comida lista para devorar al volver, las chicas se precipitan hacia la calle. Saben como salen pero no como volverán. Se cierra un mundo y se abre otro, uno para aquellas que aguantan lo suficientemente despiertas. Para aquellas que le piden al día solo un poquito más.
Y finalmente,
Los vecinos duermen,
La gata vigila,
La noche se abre,
Las chicas salen a escena.
1. Bailar, dormir, bailar: la fiesta como espacio autónomo.
En el capítulo 2x04 de Tuca y Bertie el personaje de Tuca sufre de insomnio por primera vez. Tuca es una tucán de treinta años que, tras dejar a su amiga Bertie dormida en el sofá, es incapaz de pegar ojo. Después de dar vueltas en la cama se calza, sale de su apartamento y se lanza a pasear por la ciudad. Atravesando las calles de colores azules y morados, Tuca descubre escenas que se escabullen a la luz del día: búhos besándose entre las ramas de los árboles, ancianas que juegan al ajedrez bajo las farolas, pequeños que se asoman a la ventana esperando a que alguien les lea un cuento y otres animales recorriendo incansablemente la ciudad nocturna. Nightime Friend es uno de los capítulos de la serie preferidos de Fanny y Nena. Les gusta porque muestra la noche como una temporalidad a habitar desde la curiosidad, un tiempo que no está necesariamente atravesado por el peligro para los cuerpos de las disidencias. Un lugar para vagar, en el que nadie tiene prisa y en el que pueden ocurrir cosas que ni imaginarías a la luz del día.
Cuando Bertie cierra los ojos, cuando el resto de las luces en el edificio de Tuca se apagan, cuando lxs vecinos de Fanny y Nena se duermen frente al televisor, da comienzo un nuevo espacio-tiempo con sus propias reglas que a veces se dilata y otras veces se comprime infinitamente. Seguro que muchas, como estas internautas, habéis tenido la sensación de que la noche ha durado solo media hora. Fanny ha mirado muchas veces a Nena, después de encenderse las luces del local, para decirle “¿Tía no te parece que acabamos de entrar?” Salir de casa de la mano de tus amigas a las doce de la noche es lo más parecido a montarse en una nave espacial que viaja a la velocidad de la luz y en la que el flujo del tiempo deja de regirse por leyes físicas que conozcamos.
En el mejor de los casos una noche de fiesta se puede convertir en un espacio autónomo que se propone como alternativa al tiempo respetable del día a día. Al tiempo productivo y reproductivo, en el que siempre queremos ser una mejor versión de nosotras mismas. A pesar de esta posibilidad, la fiesta se suele entender como un ocio transitorio, un "parón" merecido de un jefe que te recuerda que disfrutes los días que te has ganado con esfuerzo, pero que el lunes, o el día que sea, no se te olvide que tienes que volver a trabajar. Además, salir también tiene fecha de caducidad. Llegará un día en el que las palabras de tu madre resuenen en tu cabeza: "no empieces a salir tan pronto que te vas a cansar" y "aprovecha ahora que eres jo ven, que después, no habrá más". Así, la adultez borrará el deseo irracional de ir a bailar y reír con tus amigxs, y lo cambiará pues, no sé, por jugar al pádel y reírte con los chistes de Zapeando.
De momento, con 24 y 27 años, a estas chicas les gusta la sensación de lavarse el pelo, peinarse, maquillarse, calzarse y bajar las escaleras. Les gusta hacer el paseo de la vergüenza en metro, tren o Rodalies, demasiado producidas entre personas vestidas de calle. Incluso les gusta la vuelta, mientras duermen en un vagón rumbo a casa entre las miradas perdidas de la gente. Les gusta bajar en una parada desconocida y seguir unas coordenadas de GPS, o buscar en los mapas de su móvil un lugar por descubrir. Les gusta entrar a un espacio y mirar a su alrededor por primera vez como hacen los personajes de la siguiente historia:
“El diseño del techo de El Bar era maravilloso. Le habían incrustado cien, cientos de pequeñas luces blancas mágicas que generaban la sensación de cielo nocturno (...) siempre que entrabas desde la calle, dentro era realmente de noche. Una noche lo suficientemente oscura como para soñar y en la que encontrarse con extraños. cualesquiera que fueran las variaciones sobre dónde y cuándo había caído esa noche en particular (...)”
Neil Bartlett, Ready to Catch Him Should he Fall, 1990
Lo que significa para Boy y O, los protagonistas de la novela del escritor Underground y marica Neil Bartlett, el techo de El Bar es lo que Fanny encuentra en algunos de los espacios festivos que frecuenta: una noche lo suficientemente oscura como para soñar. Los locales propicios a convertirse en festivos pueden tomar muchas formas: una discoteca comercial con sus potentes luces y múltiples salas, una nave con altavoces amontonados, una casa okupada con una hoguera en la piscina y muchas habitaciones por abrir, un prado con una orquesta y varios puestos de comida.
En todos estos lugares, la extrañeza generada por la oscuridad, la arquitectura, lo desconocido y por el espacio-tiempo limitado y pensado para el movimiento de los cuerpos, la socialización y el placer generan mundos con sus propias reglas de interrelación. Los movimientos corporales se disparan en todas las direcciones, los grupos se delimitan para luego disgregarse, las miradas sondean el espacio, se generan alianzas espontáneas a raíz de un baile o una pregunta. El sentido del tacto -en segundo plano en la vida semanal- ocupa un lugar central, lo que es vergonzoso puede llegar a dejar de serlo. Es en este momento en que mente y cuerpo se acompasan que Fanny y Nena sienten que están en paz.
Cuando este ecosistema se desvanezca habrá parecido un delirio, algo que no ha tenido lugar. De la misma manera que cuando Boy y O salgan por la puerta de El Bar con los primeros rayos de luz volverán a la realidad de golpe tras descubrir que durante la noche la ciudad ha sido azotada por una tormenta que convierte su vuelta a casa en un camino de obstáculos, de árboles caídos y ventanas rotas. Pero ellos estaban demasiado imbuidos en su celebración para darse cuenta.
Algunas fiestas han sido históricamente (o eso, o Nena se lo acaba de inventar) una respuesta al poder establecido: da igual que fuese estatal, corporal o lúdico-sexual. Aunque siempre han existido festividades oficiales, en la contracultura en cultos dedicados a deidades paganas, aquelarres y raves modernas, la clandestinidad y el anonimato han sido característica esencial. Un ocultamiento selecto para quien sabía seguir las huellas de la marcha, o para aquel suficientemente pegado a la tierra para ser invitado. Es decir, que si a la gente le apetecía meter tu cabeza en una guillotina, entiendes el IBEX35 o subes stories Sindy Terfanashi seguramente no estuvieras invitadx. Al menos a las fiestas divertidas.
Desde que los festejos han sido tragados por el órgano del mercado, la vida nocturna se ha bañado en un sin fin de connotaciones negativas, muchas veces propagadas en discursos que la vinculan a una forma de pasar el tiempo destructiva. Como niñas criadas a principios de los 2000, estas escritoras recuerdan las imágenes publicadas por la revista Cuore en que Lindsay Lohan aparecía con el maquillaje corrido y tambaleándose, o en las que Britney Spears salía borracha de algún coche con tan poco recato como para que se le vieran las bragas. Fanny y Nena creen que el pudor y el decoro sólo son importantes si eres una joven buscando pareja en Los Bridgerton. Y ni siquiera.
Este texto no niega la capitalización del cuerpo en los espacios festivos, los juegos del deseo y la carne de los que Nena hablaba en otras entregas. Simplemente esta carta quiere dejar de lado la mirada conservadora hacia los cuerpos de las disidencias en celebración. Discursos viejunos que atentan contra la posibilidad de imaginar y habitar otro tipo de ocio: por mucho que el estado, el colegio o tu abuela te hayan querido hacer pensar, la fiesta y sus espacios son algo más que el hecho de bailar y ponerse hasta arriba -de hecho, tu abuela lo sabía muy bien cuando se cruzaba el monte por la noche para ir a las fiestas del pueblo de al lado-. Entender el consumo como ligado a los espacios festivos los convierte en una transacción y no en una posibilidad. Si salimos de la lógica del intercambio y abrimos la ventana a la curiosidad se abre también la oportunidad de resignificar. Si salir es malo, salir es preocupante, salir es peligroso, salir es perder a los jóvenes, salir es violento, salir es no producir, salir es no respetarse, salir es no contenerse… Entonces es que salir tiene algo que decir a la gente a la que siempre le han dicho que no.
La literatura Queer ha sido uno de los campos en los que más se ha explorado esta dimensión política de la vida nocturna: en muchos de los libros que Fanny tiene en su mesita de noche la fiesta se presenta como un espacio que libera y posibilita subjetividades. Las novelas recientemente traducidas al castellano de lx autorx Leslie Feinberg documentan la vida -principalmente nocturna- de lesbianas y trans en el Estados Unidos de los setenta a los dos mil. Max, el protagonista de Drag King Dreams (2006), vive de noche y duerme durante el día. Durante el libro explica en numerosas ocasiones esa decisión vital:
No lo entiendo Max, ¿la ciudad no es más peligrosa de noche?¿O es que si es de noche la gente no te ve?
La gente siempre te ve, de día y de noche. Es solo que por la noche las reglas son diferentes. Y yo sé cómo funcionan esas reglas.
Es precisamente gracias a conocer estas reglas que para Nena una noche de fiesta es como quitarse una máscara y ser 100 veces más ligera. Aunque hay fiestas y fiestas, salas donde suenan músicas distintas y que están habitadas por diferentes personas, desde que Nena encontró su lugar en la noche, la fiesta, el ocio o los espacios nocturnos han sido para ella una oportunidad, la posibilidad de algo que no es, qué es a medias o que está oculto salga a la luz.
Quizás es la voz, quizá el licor, quizás las luces de esta habitación (8), pero quién no ha sentido, muy tarde en la noche, con unas copas de más y la música muy alta, que ha encontrado su lugar en el mundo. Quién no ha sentido al mover el cuerpo al son de los bajos, como toda su vida ha merecido la pena y todo empezaba a encajar. Quién no ha pensado, muy dentro de la madrugada, que todo lo que había hecho hasta ahora la había traído hasta ahí y ahí es donde debía estar, bajo estos focos y está canción que le lleva. Ligera, muy ligera. Movida por el sonido. Muy lejos ya del ayer, muy pronto para pensar en el mañana. Quién no ha pensado que el presente encuentra su sentido ahí, en ese momento, donde el tiempo te abraza y te deja detenerlo, cuando, con un susurro, te dice: baila mi niña, que aún es pronto y todos duermen, baila un poco más.
Solo un poco más
2. Bailar hasta morir. la pista de baile como espacio sanador
Deja de hablar del sistema.
El sistema no tiene la culpa de todas tus penas
Y baila con esta morena
Son las tres de la mañana, las chicas ven su cara en el espejo y se quieren morir. "¡Qué guapa estoy!". La luz del baño del local es lo suficientemente fuerte para iluminarlas pero en el punto justo para que las sombras se acomoden a su cara. "Saca una foto tía". Hace ya un rato que han entrado a la fiesta, no sin antes haberse asegurado de que su bebida sobrante estaba bien escondida debajo del coche que tuviera menos pinta de arrancar. Sus amigas, disgregadas por el espacio, se han perdido y vuelto a encontrar, de la manos de otras personas, buscándose unas a otras, bajándose de las tarimas… Aún es pronto, tienen muchísima energía y toda la noche se presenta ante ellas. "Tía es prontisimo queda más de la mitad" "Es verdad tía y además seguro que hoy cierran más tarde ya verás". Vuelven a la pista.
Son las cinco y media de la mañana las chicas bailan como en un trance, apoyadas en la mesa de lx DJ o en algún altavoz. Bailan pero sus movimientos son ya mínimos: a esas alturas de la noche probablemente lleven despiertas más de 24 horas y ese mismo cuerpo que ahora baila antes ha ido a la oficina, limpiado la casa, jugado con la gata, hecho la compra, tomado algunos cafés e incluso quizás haya tenido tiempo para sentarse a leer un rato al sol. Si miran a su alrededor, Fanny y Nena verán decenas de personas balanceándose hipnóticamente. Como describen los protagonistas de la novela de Neil Bartlett citada más arriba: “A veces, hacia el amanecer, la música está a todo volumen y apenas hay movimiento, no queda nada excepto una pareja besándose, y sin embargo, también parecen bailar.” Se acaba el temazo, salen a fumar, van en busca del botellón escondido. “Bebe agua amore que te va dar algo”
We Are Who We Are, Francesca Manieri & Luca Guadagnino
Son las seis de la mañana y un sonido seco acompañado de la señal luminosa anuncia el final. Miran el reloj y se dan cuenta de que, a pesar de que hace 5 minutos eran las 03:00, la noche se ha ido y el amanecer empieza a despuntar. El dj pincha algo como Flying free, Dolores de los Suaves o una canción de techno de autoría mauritana que solo tiene dos reproducciones en SoundCloud. Todo son señales de la misma profecía que se cumple cada madrugada, la fiesta ha llegado a su fin.
A veces descalza, a veces cansada, las chicas hacen un sondeo de cómo están sus amigxs. Es importante reconocer los códigos que indican si hoy es día de desayunar, de preguntarle a la más no binaria de la fiesta donde está el after más cercano, o montarte con tu mejor cara en el transporte público e intentar llegar a casa antes de que se despierten tus vecinxs. Es una sensación agridulce, a veces, aceptar que se acaba la noche. Te contentas con que es viernes y que aún tienes todo el finde para descansar, con qué habrá muchas más y no es el fin del mundo, pero algo en tu cuerpo te dice que algo bueno se ha acabado y que, hasta dentro de un tiempo, no sabes cuánto, no se volverá a repetir.
Son las ocho de la mañana y las chicas avanzan a pasitos muy pequeños bajando una de las cuestas de la ciudad de Barcelona. “Te lo juro que aunque quiera yo no puedo ir más rápido que esto” dice Fanny. Aunque está agotada disfruta del paseo -si es verano todavía no hace mucho calor, si es invierno, probablemente avance tiritando y soñando con la manzanilla que le espera en la cafetería que ha abierto al lado de su casa-. A veces todo lo que necesita una chica es maltratar su cuerpo. Después de una semana de trabajo intenso, bailar tanto que no te puedas mover, que cada acción sea un esfuerzo y te permitas llegar a la cama y dormir hasta la hora de comer. Fanny se imagina que es eso lo que deben sentir lxs atletas después de correr una maratón. La tranquilidad del esfuerzo corporal realizado, la felicidad de simplemente poder estar.
Amanece al día siguiente y como es inevitable pensar que todo lo que sube no tiene que bajar, las resacas son una parte del trato. Ya hayas tomado una copita de más o simplemente hayas bebido agua de manantial, el día siguiente llegará y tu cuerpo te lo tiene que recordar. Nena es una campeona, una campeona en no tener ni idea de dónde han salido todos los moratones nuevos que tiene en el cuerpo. Que por supuesto, además, no le dolían hasta que sus amigas le han dicho amore qué tienes ahí. Quizás las horas de baile te hayan dejado una pena profunda que tienes que decidir dónde encajar o a quién pertenece, quizás solo te hayan dejado una vaga sensación de felicidad que intentas alargar con el paso de los días. Pero sea como sea la resaca, las agujetas y el cansancio son el precio a pagar. El recuerdo de la fiesta permanece en los músculos doloridos, si no era suficiente con el dinero, tu cuerpo y emociones también habrán sido parte del trato.
Pero entonces, por qué las chicas se levantan pensando en el siguiente fin de semana, en las posibilidades de la próxima vez. ¿Es la emoción del espectáculo? ¿el bullicio de la gente? ¿bailar hasta morir o perderse entre las horas? Aferrarse, quizás, a un tiempo en el que el tiempo no pasa, en el que nada tienes que hacer y todo se plantea ante ti.
3. Acabar la fiesta. Una realidad que merezca la pena habitar.
Muchas veces cuando sales por la puerta del lugar en el que estás, escoltada por unos amables seguratas que te piden de forma súper cortes que abandones el lugar, puedes oír conversaciones propias o ajenas que dicen: “Habrá que volver a la realidad”. Estas chicas que os escriben siempre se han preguntado a qué nos referimos cuando hablamos de realidad.
Normalmente volver a lo real implica volver a un mundo complejo cuyas dinámicas escapan de nuestro poder y en el que tenemos mucho que perder. Realidades en las que buscamos trabajo incesantemente, infracualificadxs o sobrecualificadxs, compitiendo con decenas de personas en nuestra misma situación por un salario que no llega al mínimo. Otras veces implica no llegar a todo lo que nos gustaría, no poder contestar a esa amiga que nos escribe un mensaje, intentar sostener las relaciones cuando la mayoría del tiempo está ocupado en sobrevivir.
La cuestión es que pocas veces nos imaginamos un real que implique estar sudadas, pegadas a otros cuerpos en celebración y llenas de brillitos, pero la realidad también puede estar ahí. Puede estar ahí y también en lo que estos espacios permiten: coger fuerzas para después imaginar una realidad que merezca la pena habitar, más conectada con nuestro cuerpo y menos con nuestra razón. Los días después de salir de fiesta estas chicas se encuentran más pacientes, más tranquilas, no piensan tanto sino que están presente en cada cosa que hacen. Por eso, cuando hace mucho que no bailan se sienten tan atrapadas en sus mente. Fanny y Nena creen que la fiesta te da pistas para inventar futuros deseables.
Entre no perderse en la noche y solo vivir de día, estas escritoras animan a todxs sus lectores a explorar las posibilidades de vivir vidas a medias, para construir realidades enteras. Vidas diurnas y nocturnas, vidas recién duchadas y muy sudadas, vidas de no llegar al trabajo y vidas de llegar tarde a la fiesta, vidas de cocinar rico y de comprar comida de vuelta casa, vidas de madrugar y de siesta, de noche y de día. Y en definitiva, experiencias que construyan una vivencia donde la noche no sea un lugar donde escapar de nuestra existencia, sino donde, juntas, encontrar un sentido a la misma.
Nos vemos en la pista <3
Fanny & Nena, 2023
🕺💗!!